miércoles, 24 de febrero de 2010

O' daly

(San Juan de Puerto Rico, 1780 - 1837) Militar español de origen puertorriqueño que luchó en la Guerra de la Independencia española, apoyó el levantamiento liberal de Riego y fue representante de Puerto Rico en las Cortes españolas.

Nacido en el seno de una familia de irlandeses llegados a la isla a finales del siglo XVIII, era hijo de un coronel de ingenieros del ejército español, Tomás O'Daly, y de una española apellidada De la Puente. Fue enviado a España para realizar la carrera militar y en 1808 se unió a las fuerzas nacionales que se levantaron en armas contra el invasor francés.
Tras el regreso a España de Fernando VII como rey absolutista, O'Daly, que ya se había significado por profesar la ideología liberal, fue uno de los militares más activos en la organización del movimiento de logias masónicas (institución que reunió a los partidarios de la Constitución de 1812) y junto al coronel Antonio Quiroga dirigió una de las más importantes, establecida en Cádiz.

O'Daly participó en el pronunciamiento liberal de Riego en enero de 1820, y en 1822, como comandante general de la guarnición de Madrid, juró la Constitución ante sus tropas, a las que arengó en una ardiente discurso. Fue el primer Diputado de Puerto Rico en las nuevas Cortes españolas y en el poco tiempo que ejerció el cargo se mostró como un liberal moderado, defensor de los intereses comerciales de los criollos y partidario de otorgar a la isla un status como una provincia española más.

Su mayor logro fue conseguir mayores atribuciones para la gobernación civil de Puerto Rico y su total separación de la gobernación militar. En 1823 se vio obligado a huir a Inglaterra a causa de la restauración absolutista; perseguido y sin apenas recursos económicos, fue desterrado a tierras americanas, en la isla caribeña de San Thomas, donde ejerció la enseñanza. En 1834 se benefició de la amnistía concedida a los militares del trienio liberal y pudo regresar a su isla natal, en la que murió pocos años después.

El movimiento espartaquista

El 5 de enero se conmemoró el 88 aniversario del asesinato de la militante y activista polaca/alemana, Rosa Luxemburgo (RL). Su popularidad no llegó al nivel de Marx, Lenin, Trotski Stalin o Mao, pero su presencia en Europa y en Rusia fue muy importante, sobre todo en los debates contra el oportunismo de la II internacional, el centralismo a ultranza de Lenin, la traición del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD) y la fundación del Partido Espartaquista. Nació en el año 1871 en Rusia, inició su activismo político en Varsovia, emigró a Zurich donde estudió ciencias naturales y se doctoró en economía política con la tesis: El desarrollo industrial de Polonia (1898). Se hizo alemana mediante el matrimonio con un obrero alemán. Se afilió al SPD alemán, y más tarde volvió a Varsovia para participar en la Revolución Rusa de 1905, donde fue detenida. Tras ser liberada impartió clases de economía política y escribió su voluminoso libro La acumulación del capital.

En el transcurso de la I Guerra Mundial, RL y Karl Liebknecht encabezaron la corriente más radicalizada y obrera del SPD, opuesta al sector moderado que apoyó los créditos de guerra propuestos por el Gobierno alemán. Combatió RL el revisionismo de Bernstein, en su obra Reforma o revolución. Su radical oposición a la entrada de Alemania a la guerra le llevó a ser encarcelada, y en prisión escribió su obra fundamental, La crisis de la socialdemocracia. A partir de 1916, Rosa Luxemburgo se encuadró en la corriente Spatakus, junto con otros ortodoxos como Liebknecht, Mehering, Zetkin. Las cada vez mayores diferencias que mantenían con la dirección, fundamentalmente por la polémica militarista, acabaron abocando a un amplio sector del Partido (cerca de un 30% de la organización) a escindirse en abril de 1917 en el Partido Socialdemócrata Alemán Independiente (USPD), en el que se integró el espartaquismo.

Rosa Luxemburgo planteó que el movimiento obrero no podía renunciar al fin revolucionario de acabar con el sistema capitalista y sustituirlo radicalmente por un orden netamente socialista. La táctica de luchar por reformas sólo tenía sentido como una estrategia para llegar a la revolución. En este punto difería radicalmente de Bernstein, quien decía que la izquierda debía aceptar la capacidad de adaptación del capitalismo, asumir que éste no iba a derrumbarse como consecuencia de sus propias contradicciones y actuar en consecuencia, es decir, apostar por la vía reformista y descartar definitivamente la opción revolucionaria. Mientras para Bernstein el fin era cada vez más inverosímil y lo importante era el medio, para Rosa los medios (la estrategia de conquistas sociales encuadradas en el sistema capitalista) sólo tenían sentido como parte de un plan más amplio que tendía hacia la revolución socialista.

El espartaquismo alemán reivindicó a Espartaco, el esclavo, guerrero y estratega que llegó a reunir un ejército de 5 mil luchadores contra la esclavitud. Aquel que, en los años 70 antes de nuestra era, puso en jaque al imperio romano buscando acabar con la esclavitud y, aunque no lo logró, dio inicio a esa gran batalla. En México el espartaquismo vivió unos 20 años (1957/ 1977), desde las luchas ideológicas al interior del Partido Comunista Mexicano y luego el Partido Obrero Campesino, encabezadas por la "célula Carlos Marx", hasta la aparición de la revista Autogestión, de abierta tendencia radicalizada y libertaria, el mismo año en que Reyes Heroles lanzó la llamada Reforma Política que abrió el registro de partidos de izquierda ofreciendo subsidios y diputaciones de partido. El espartaquismo, en sus primeros años, reivindicó el "marxismo/leninismo" frente a sus "deformadores" del PCM, el POC y el PPS.

Ingresé al espartaquismo después de estar en la "juventud comunista" los primeros años de la década de los sesenta. Fue el "chilango" Víctor García Mota quien, mediante mil argumentos, me demostró que el PCM sólo era un partido antiimperialista porque en México estaba aliado a un sector de la burguesía; él me convenció que el trabajo político que hacía en Yucatán era infructuoso y que debería vivir en la Ciudad de México. Promovió mi ingreso en 1965 a una escuela de cuadros, misma que me abrió el camino para asistir a círculos de estudios marxistas en 1966 en las casas de Enrique González Rojo, José Revueltas y Jaime Labastida. Allí conocí las revistas "Espartaco", "Revolución", "Perspectiva revolucionaria" y analizamos libros de Marx y de marxistas contemporáneos, entre ellos a Marcuse y Althuser. González impartía cursos de filosofía en la UNAM (a los que asistía) y Revueltas trabajaba en el edificio de la SEP, con Mauricio Magdaleno, en la secretaría de Cultura.

El libro más conocido del espartaquismo fue escrito por Revueltas: "El proletariado sin cabeza", en el que se demostraba que la clase obrera mexicana no había contado nunca con un partido que la encabezara porque los partidos que se proclamaban como sus "vanguardias" la traicionaban. En 1961, a raíz del ascenso de los jruchevianos Verdugo y Terrazas a la dirección del PCM (después de derrocar al stalinista Dionisio Encinas, que los acaudilló durante 20 años), el comité del DF encabezado por Guillermo Rousset, creó otra ala del espartaquismo después de salirse del PCM. En los hechos los partidos de izquierda, los medianos y pequeños, centraban su actividad política en los análisis marxistas y muchos no salían del trabajo político entre estudiantes de la UNAM. De la UNAM salió la mayoría de los activistas que trabajó dentro del movimiento obrero y campesino, así como en el gran movimiento médico de 1965 y estudiantil de 1968.

A raíz de la agudización de la polémica chino/soviética, en julio de1963 fue publicado un folleto de 90 páginas: "¿Así se forma la cabeza del proletariado?". En él vienen trabajos sobre la lucha interna entre fracciones encabezadas por dos parejas: José Revueltas y Eduardo Lizalde defendiendo al PCUS y la libertad para publicar en la prensa comercial; así como González Rojo y Jaime Labastida a favor de los chinos, combatiendo el liberalismo y defendiendo el centralismo democrático. La realidad es que en aquellos años esa polémica entre los grandes partidos comunistas de Rusia y China tuvo un gran peso en la política mundial. La guerra de liberación de Vietnam dependía del apoyo que pudieran proporcionar los llamados países socialistas contra la invasión yanqui a aquel pueblo. En esa polémica no solo participaban los partidos comunistas del mundo, sino que también intelectuales como Sastre, Bettelheim, Rosanda, Aron o Russel.

En 10 años (1966/1976) los espartaquistas mexicanos, en sus dos corrientes: Liga Comunista Espartaco y Partido Mexicano del Proletariado, junto a otras organizaciones trotskistas, maoístas y guevaristas, realizamos un trabajo político que se desarrolló en fábricas y sindicatos, pero también entre estudiantes y profesionistas de la UNAM. El movimiento estudiantil de 1968, la lucha del sindicato electricista (encabezado por Galván) por la titularidad del contrato, muchos apoyos a huelgas obreras y la lucha contra la represión desatada por el gobierno en la guerra sucia, fueron batallas en las que estuvo presente el espartaquismo. En 1977, con el registro y la legalización de los partidos que los llevó a la búsqueda de subsidios millonarios, cargos legislativos y espacios de los medios de información, aunado a la invasión de Checoslovaquia por la URSS en 1968 y lo sucedido en Vietnam después de la guerra, desapareció el espartaquismo en México.

La LCE sufrió un duro golpe en 1968 y principios de los setenta y el PMP después de 1977 tomó el camino de la autogestión. En aquellos años, mientras los trotskistas en sus diferentes corrientes publicaban los muy buenos periódicos La Internacional, Bandera Roja, El Socialista, Clave, Rojo, Bandera Roja y Bandera Socialista y la LOM publicaba Voz Obrera, los maoístas publicaban decenas de periódicos en fábricas y poblaciones. El PCM circulaba su revista Oposición y un periódico llamado Liberación. Entre los estudiantes se publicó la revista Perspectiva, mientras nosotros publicamos la revista Acción proletaria de 1970 a diciembre de 1975 y durante los años 1976 y 1977 la revista Autogestión. Después de aquellos años el espartaquismo sólo fue historia, aunque Rosa Luxemburgo sigue presente con sus polémicas contra el reformismo de la socialdemocracia y planteando frente al centralismo de Lenin, un partido de masas.

Rosa Luxemburg

Rosa Luxemburg nació en la pequeña población polaca de Zamosc, el 5 de marzo de 1871. Desde muy joven fue activista del movimiento socialista. Se unió a un partido revolucionario llamado Proletariat, fundado en 1882, alrededor de 21 años antes de que se fundara el Partido Social Demócrata Ruso (bolcheviques y mencheviques).
Proletariat estuvo desde sus comienzos, tanto en principios como en programa, señaladamente adelantado con respecto al movimiento revolucionario en Rusia. Mientras el movimiento revolucionario ruso estaba todavía restringido a actos de terrorismo individual llevados a cabo por una heroica minoría de intelectuales, Proletariat organizaba y dirigía a miles de trabajadores en huelga. No obstante, en 1886, Proletariat fue prácticamente decapitado por la ejecución de cuatro de sus líderes, el encarcelamiento de otros veintitrés bajo largas condenas a trabajos forzados y el destierro de otros doscientos. Sólo se salvaron del naufragio pequeños círculos, y a uno de ellos se unió Rosa Luxemburg a los 16 años. Alrededor de 1889, su actuación llegó a oídos de la policía y tuvo que abandonar Polonia, ya que sus camaradas pensaron que podría realizar tareas más útiles en el exterior que en prisión. Fue a Zurich, en Suiza, que era el centro más importante de emigración polaca y rusa. Ingresó en la universidad, donde estudió ciencias naturales, matemáticas y economía. Tomó parte activa en el movimiento obrero local y en la intensa vida intelectual de los revolucionarios emigrados.
Apenas dos años más tarde, Rosa ya era reconocida como líder teórico del partido socialista revolucionario de Polonia. Llegó a ser colaboradora principal del diario del partido, Sprawa Rabotnicza, publicado en París. En 1894, el nombre del partido, Proletariat, cambió por el de Partido Social Demócrata del Reino de Polonia; muy poco después, Lituania se añadió al título. Rosa siguió siendo líder teórico del partido -el SDKPL- hasta el fin de su vida.

En agosto de 1893, representó al partido en el Congreso de la Internacional Socialista. Allí, siendo una joven de 22 años, tuvo que lidiar con veteranos muy conocidos de otro partido polaco, el Partido Socialista Polaco (PPS), cuyo principio más importante era la independencia de Polonia, y que demandaba el reconocimiento de todos los miembros de mayor experiencia del socialismo internacional.

La ayuda para el movimiento nacional en Polonia tenía tras de sí el peso de una larga tradición: también Marx y Engels habían hecho de esto un principio importante en su política. Impertérrita ante todo esto, Rosa cuestionó al PSS, acusándolo de tendencias claramente nacionalistas y de propensión a desviar a los trabajadores de la senda de la lucha de clases; se atrevió a tomar una posición diferente a la de los viejos maestros y se opuso al slogan de "independencia para Polonia". Sus adversarios acumularon injurias sobre ella: algunos, como el veterano discípulo y amigo de Marx y Engels, Wilhelm Liebknecht, llegó a acusarla de ser agente de la policía secreta zarista. No obstante, ella se mantuvo en sus trece.

Intelectualmente crecía a pasos agigantados. En 1898, se dirigió al centro del movimiento obrero internacional en Alemania, que la atrajo irresistiblemente.

Comenzó a escribir asiduamente, y después de un tiempo llegó a ser uno de los principales colaboradores del periódico teórico marxista más importante de la época, Die Neue Zeit. Invariablemente independiente en el juicio y en la crítica, ni siquiera el tremendo prestigio de Karl Kautsky, su director -"Papa del marxismo", como se le llamaba-, lograba apartarla de sus opiniones elaboradas, una vez que estaba convencida de ellas.

Rosa entregó cuerpo y alma al movimiento obrero en Alemania. Era colaboradora regular de numerosos diarios socialistas -y en algunos casos directora-, dirigió muchos mítines populares y tomó parte enérgicamente en todas las tareas que el movimiento le requería. Desde el principio hasta el fin, sus disertaciones y artículos eran trabajos creativos originales, en los que apelaba a la razón más que a la emoción, y en los que siempre abría a sus oyentes y lectores un horizonte más amplio.

En este momento, el movimiento de Alemania se dividió en dos tendencias principales, una reformista -con fuerza creciente- y la otra revolucionaria. Alemania había gozado de creciente prosperidad desde la crisis de 1873. El nivel de vida de los trabajadores había ido mejorando ininterrumpidamente, aunque en forma lenta: los sindicatos y cooperativas se habían vuelto más fuertes. En estas circunstancias, la burocracia de estos movimientos, junto con la creciente representación parlamentaria del Partido Social Demócrata, se alejaba de la revolución y se inclinaba con gran ímpetu hacia los que ya proclamaban el cambio gradual o el reformismo como meta. El principal vocero de esta tendencia era Eduard Bernstein, un discípulo de Engels. Entre 1896 y 1898, escribió una serie de artículos en Die Neue Zeit sobre "Problemas del Socialismo", atacando cada vez más abiertamente los principios del marxismo. Estalló una larga y amarga discusión. Rosa Luxemburg, que acababa de ingresar en el movimiento obrero alemán, inmediatamente salió en defensa del marxismo. De forma brillante y con magnífico ardor atacó el propagado cáncer del reformismo en su folleto ¿Reformismo o revolución?.

Poco después, en 1899, el "socialista" francés Millerand participó de un gobierno de coalición con un partido capitalista. Rosa siguió atentamente este experimento y lo analizó en una serie de brillantes artículos referentes a la situación del movimiento francés en general, y a la cuestión de los gobiernos de coalición en particular. Después del fiasco de Macdonald en Gran Bretaña, el de la República de Weimar en Alemania, el del Frente Popular en Francia en la década de los 30 y los gobiernos de coalición posteriores a la Segunda Guerra Mundial en el mismo país, queda claro que las enseñanzas impartidas por Rosa no son únicamente de interés histórico.

Entre 1903-1904, Rosa se entregó a una polémica con Lenin, con quien disentía en la cuestión nacional, y en la concepción de la estructura del partido y la relación entre el partido y la actividad de las masas.

En 1904, después de "insultar al Káiser", fue sentenciada a nueve meses de prisión, de los cuales cumplió solo uno.

En 1905, con el estallido de la primera revolución rusa, escribió una serie de artículos y panfletos para el partido polaco, en los que exponía la idea de la revolución permanente, que había sido desarrollada independientemente por Trotsky y Parvus, pero sostenida por pocos marxistas de la época. Mientras que tanto los bolcheviques como los mencheviques, a pesar de sus profundas divergencias, creían que la revolución rusa había de ser democrático-burguesa, Rosa argüía que se desarrollaría más allá del estadio de burguesía democrática y que podría terminar en el poder de los trabajadores o en una derrota total. Su slogan era "dictadura revolucionaria del proletariado basada en el campesinado".1

Sin embargo, pensar, escribir y hablar sobre la revolución no era suficiente para Rosa Luxemburg. El motto de su vida fue: "En el principio fue el acto". Y aunque no gozaba de buena salud en ese momento, entró de contrabando en la Polonia rusa tan pronto como pudo (en diciembre de 1905). En ese momento el punto culminante de la revolución había sido superado. Las masas todavía estaban activas, pero ahora vacilantes, mientras la reacción alzaba su cabeza. Se prohibieron todos los mítines, pero los obreros todavía los celebraban en sus fortalezas: las fábricas. Todos los periódicos de los trabajadores fueron suprimidos, pero el del partido de Rosa seguía apareciendo todos los días, impreso clandestinamente. El 4 de marzo de 1906 fue arrestada y detenida durante cuatro meses, primero en la prisión y posteriormente en un fuerte. A causa de su mala salud y de su nacionalidad alemana, fue liberada y expulsada del país.2

La revolución rusa dio vigor a una idea que Rosa había concebido años atrás: que las huelgas de masas -tanto políticas como económicas- constituían un elemento cardinal en la lucha revolucionaria de los trabajadores por el poder, singularizando a la revolución socialista de todas las anteriores. A partir de allí elaboró aquella idea en base a una nueva experiencia histórica.

Al hablar en tal sentido en un mitin público fue acusada de "incitar a la violencia", y pasó otros dos meses en prisión, esta vez en Alemania.

En 1907, participó en el Congreso de la Internacional Socialista celebrado en Stuttgart. Habló en nombre de los partidos ruso y polaco, desarrollando una posición revolucionaria coherente frente a la guerra imperialista y al militarismo.

Entre 1905 y 1910, la escisión entre Rosa Luxemburg y la dirección centrista3 del SPD -del que Kautsky era el portavoz teórico- se hizo más profunda. Ya en 1907, Rosa había expresado su temor de que los líderes del partido, al margen de su profesión de marxismo, vacilarían frente a una situación que requiriera acción. El punto culminante llegó en 1910, cuando se produjo una ruptura total entre Rosa y Karl Kautsky por la cuestión de la vía de los trabajadores hacia el poder. Desde ese momento, el SPD se dividió en tres tendencias diferenciadas: los reformistas, que progresivamente fueron adoptando una política imperialista; los así llamados marxistas de centro, conducidos por Kautsky (ahora apodado por Rosa Luxemburg "líder del pantano"), quien conservaba su radicalismo verbal pero se limitaba cada vez más a los métodos parlamentarios de lucha; y el ala revolucionaria, de la que Rosa Luxemburg era la principal inspiradora.

En 1913, publicó su obra más importante: La acumulación de capital. (Una contribución a la explicación económica del imperialismo). Ésta es sin duda, desde El Capital una de las contribuciones más originales a la doctrina económica marxista. Este libro -como lo señalara Mehring, el biógrafo de Marx- con su caudal de erudición, brillantez de estilo, vigoroso análisis e independencia intelectual, es de todas las obras marxistas, la más cercana a El Capital. El problema central que estudia es de enorme importancia teórica y política: los efectos que la expansión del capitalismo en territorios nuevos y atrasados, tiene sobre sus propias contradicciones internas y sobre la estabilidad del sistema.

El 20 de febrero de 1914, Rosa Luxemburg fue arrestada por incitar a los soldados a la rebelión. La base de esta acusación fue una arenga en la que declaró: "Si ellos esperan que asesinemos a los franceses o a cualquier otro hermano extranjero, digámosles: 'No, bajo ninguna circunstancia'". En el Tribunal se transformó de acusada en acusadora, y su disertación -publicada posteriormente bajo el título Militarismo, guerra y clase obrera- es una de las más inspiradas condenas del imperialismo por parte del socialismo revolucionario. Se la sentenció a un año de prisión, pero no fue detenida ahí mismo. Al salir de la sala del tribunal fue de inmediato a un mitin popular, en el que repitió su revolucionaria propaganda antibélica.

Cuando estalló la Primera Guerra Mundial, prácticamente todos los líderes socialistas fueron devorados por la marea patriótica. El 3 de agosto de 1914, el grupo parlamentario de la socialdemocracia alemana decidió votar a favor de créditos para el gobierno del Káiser. Sólo quince de los ciento once diputados mostraron algún deseo de votar en contra. No obstante, después de serles rechazada su solicitud de permiso, se sometieron a la disciplina del partido, y el 4 de agosto, todo el grupo socialdemócrata votó por unanimidad en favor de los créditos. Pocos meses después, el 3 de diciembre, Karl Liebknecht ignoró la disciplina del partido para votar de acuerdo con su conciencia. Fue el único voto en contra de los créditos para la guerra.

La decisión de la dirección del partido fue un rudo golpe para Rosa Luxemburg. Sin embargo, no se permitió la desesperación. El mismo día que los diputados de la socialdemocracia se unieron a las banderas del Káiser, un pequeño grupo de socialistas se reunió en su departamento y decidió emprender la lucha contra la guerra. Este grupo, dirigido por Rosa, Karl Liebknecht, Franz Mehring y Clara Zetkin, finalmente se transformó en la Liga Espartaco. Durante cuatro años, principalmente desde la prisión, Rosa continuó dirigiendo, inspirando y organizando a los revolucionarios, levantando las banderas del socialismo internacional.

El estallido de la guerra, separó a Rosa del movimiento obrero polaco, pero debe de haber obtenido profunda satisfacción, porque su propio partido en Polonia permaneciera en todo sentido leal a las ideas del socialismo internacional.

La revolución rusa de febrero de 1917 concretó las ideas políticas de Rosa: oposición revolucionaria a la guerra y lucha para el derrocamiento de los gobiernos imperialistas. Desde la prisión, seguía febrilmente los acontecimientos, estudiándolos a fondo con el objeto de recoger enseñanzas para el futuro. Señaló sin vacilaciones que la victoria de febrero no significaba el final de la lucha, sino solo su comienzo; que únicamente el poder en manos de la clase trabajadora podía asegurar la paz. Emitió constantes llamamientos a los trabajadores y soldados alemanes para que emularan a sus hermanos rusos, derrocaran a los junkers y al capitalismo. Así, al mismo tiempo que se solidarizarían con la revolución rusa, evitarían morir desangrados bajo las ruinas de la barbarie capitalista.

Cuando estalló la Revolución de Octubre, Rosa la recibió con entusiasmo, ensalzándola con los términos más elevados. Al mismo tiempo, no sustentaba la creencia de que la aceptación acrítica de todo lo que los bolcheviques hicieran fuera útil al movimiento obrero. Previó claramente que si la Revolución Rusa permanecía en el aislamiento, un elevado número de distorsiones mutilarían su desarrollo; bien pronto señaló tales distorsiones en el proceso de desarrollo de la Rusia soviética, particularmente sobre la cuestión de la democracia.

El 8 de noviembre de 1918, la revolución alemana liberó a Rosa de la prisión. Con todo su energía y entusiasmo se sumergió en la lucha revolucionaria. Lamentablemente las fuerzas reaccionarias eran poderosas. Líderes del ala derecha de la socialdemocracia y generales del viejo ejército del Káiser unieron sus fuerzas para suprimir al proletariado revolucionario. Miles de trabajadores fueron asesinados; el 15 de enero de 1919 mataron a Karl Liebknecht; el mismo día, el culatazo de rifle de un soldado destrozó el cráneo de Rosa Luxemburg.

El movimiento internacional de los trabajadores perdió, con su muerte, uno de sus más nobles espíritus. "El más admirable cerebro entre los sucesores científicos de Marx y Engels", como dijo Mehring, había dejado de existir. En su vida, como en su muerte, dio todo por la liberación de la humanidad.

domingo, 7 de febrero de 2010

Terrorismo Vasco (ETA)

Euskadi Ta Askatasuna (en español: País Vasco y Libertad), conocida por sus siglas ETA, es una organización terrorista, autodeclarada independentista, nacionalista vasca y marxista-leninista, que invoca la lucha armada como método para obtener sus objetivos fundamentales en los que se encuentra de manera prioritaria la independencia de lo que el nacionalismo vasco denomina Euskal Herria de los estados de España y Francia. Para ello utiliza el asesinato, el secuestro y la extorsión económica tanto en España como, ocasionalmente, en Francia.
Fundada en 1959 durante la dictadura franquista tras la expulsión de miembros de las juventudes del Partido Nacionalista Vasco, cometió su primera acción violenta en julio de 1961 e, inicialmente, contó con el apoyo de una parte significativa de la población al ser considerada una más de las organizaciones opuestas al régimen, si bien tras el proceso democratizador iniciado en 1977, al cual no se incorporó, fue perdiendo apoyos públicos, siendo condenados sus actos y calificados de terroristas por la inmensa mayoría de las fuerzas políticas y sociales desde la aprobación del Estatuto de Gernika en 1979 hasta la actualidad en la que su condición terrorista es plenamente admitida por la inmensa mayoría de los estados, entre ellos; España, Francia, Estados Unidos, las organizaciones internacionales tales como el Consejo de Europa, las Naciones Unidas o la Europol. Amnistía Internacional ha condenado repetidas veces tanto las acciones de ETA, calificándolas como crímenes o graves abusos contra los derechos humanos., como la política antiterrorista del gobierno español, en particular el régimen de incomunicación que a su juicio posibilita la tortura.
Desde el 2002, diversos partidos políticos y organizaciones sociales han sido ilegalizados por su vinculación a ETA.

1 Guerra Mundial

La Primera Guerra Mundial o Gran Guerra fue un conflicto armado que tuvo lugar entre 1914 y 1918, y que produjo más de 10 millones de bajas. Más de 60 millones de soldados europeos fueron movilizados desde 1914 hasta 1918. Originado en Europa por la rivalidad entre las potencias imperialistas, se transformó en el primero en cubrir más de la mitad del planeta. Fue en su momento el conflicto más sangriento de la historia. Antes de la Segunda Guerra Mundial, esta guerra solía llamarse la Gran Guerra o la Guerra de Guerras.
Fue la segunda guerra más dañina de la historia tras la Segunda Guerra Mundial
La guerra comenzó como un enfrentamiento entre Austria-Hungría y Serbia. Rusia se unió al conflicto, pues se consideraba protectora de los países eslavos y deseaba socavar la posición de Austria-Hungría en los Balcanes. Tras la declaración de guerra austrohúngara a Rusia el 1 de agosto de 1914, el conflicto se transformó en un enfrentamiento militar a escala europea. Alemania respondió a Rusia con la guerra, obligada por un pacto secreto contraído con la monarquía de los Habsburgo, y Francia se movilizó para apoyar a su aliada. Las hostilidades involucraron a 32 países, 28 de ellos denominados «Aliados»: Francia, Gran Bretaña, Rusia, Serbia, Bélgica, Canadá, Portugal, Japón, Estados Unidos (desde 1917), así como Italia, que había abandonado la Triple Alianza. Este grupo se enfrentó a la coalición de las «Potencias Centrales», integrada por los imperios Austrohúngaro, Alemán y Otomano, acompañados por Bulgaria.

Trotski

Lev Davídovich Bronstein, en ucraniano transliterado Bronstein o Bronshtein, más conocido como León Trotsky, nació en Yanovka, Ucrania el 7 de noviembre de 1879 (26 de octubre según el calendario juliano prerrevolucionario) y murió asesinado en Coyoacán, Ciudad de México, el 21 de agosto de 1940.

Político y teórico revolucionario soviético, protagonista de la Revolución bolchevique en Rusia en 1917, que dio origen al primer Estado obrero del mundo. Negoció la retirada de Rusia de la Primera Guerra Mundial mediante la Paz de Brest-Litovsk. Tuvo a su cargo la creación del Ejército Rojo que consolidaría definitivamente los logros revolucionarios venciendo a catorce ejércitos extranjeros y a los Ejércitos Blancos contrarrevolucionarios durante la Guerra civi rusa; fue condecorado con la Orden de la Bandera Roja. Posteriormente, se enfrentó política e ideológicamente a José Stalin, liderando la Oposición de Izquierda, lo que le causó el exilio y posterior asesinato a manos de la OGPU.

La Revolución de 1905

El 22 de enero de 1905, día conocido como «Domingo Sangriento», hubo una marcha pacífica de protesta en San Petersburgo. El objetivo de la marcha era entregar al zar una petición de mejoras laborales, y la formaban familias trabajadoras enteras. Iba encabezada por un sacerdote, y no respondía a ninguna consigna política: era fundamentalmente obrera y campesina. Fue salvajemente aplastada por soldados de infantería y tropas cosacas, apostados enfrente del Palacio de Invierno, cobrándose un número de víctimas que aún hoy se discute; los periódicos del momento hablaron de miles. El zar, mientras tanto, no se encontraba en la ciudad; la había abandonado temiendo por su seguridad. La sangrienta represión provocó una oleada de protestas en toda Rusia: el divorcio entre el zar y la masa de campesinos y obreros abocaba a Rusia a lo peor.

Este suceso hizo posible que muchos elementos de la sociedad rusa emprendieran una protesta activa. Cada grupo tenía sus propios objetivos, e incluso dentro de clases similares no existía un liderazgo predominante. Los principales colectivos movilizados fueron los campesinos (razones económicas), los obreros (razones económicas y antiindustrialismo), los intelectuales y liberales (en lo concerniente a los derechos civiles), las fuerzas armadas (razones económicas) y grupos étnicos minoritarios (libertad cultural y política).

La situación económica de los campesinos era insostenible, sin embargo carecían de una dirección unificada, y sostenían un abanico de objetivos tan numeroso como las facciones existentes. Los levantamientos se multiplicaron durante todo el año, alcanzando máximos a principios de verano y en otoño, y culminando en noviembre. Los arrendatarios reivindicaban menores tasas, los asalariados mayores sueldos, y los propietarios mayores terrenos. Las actividades incluían la ocupación de tierras —acompañada a veces de violencia e incendios—, saqueo de latifundios y la caza y tala ilegales en los bosques. La magnitud del odio desencadenado tenía relación con la condición de los campesinos; así, en Livonia y Curlandia los campesinos sin tierra atacaron e incendiaron en abundancia, mientras que en Grodno, Kovno y Minsk, donde la situación era menos desesperada, hubo menos daños.

Tras los sucesos de 1905, las insurrecciones campesinas se repitieron en 1906 y durarían hasta 1908. Las concesiones por parte del gobierno fueron vistas como un apoyo tácito de la redistribución de la tierra, por lo que se produjeron nuevos ataques para forzar a los terratenientes y propietarios «no campesinos» a que huyeran. Creyendo que una reforma agraria era inminente, los campesinos quisieron aplicarla anticipadamente. Fueron firmemente reprimidos.

Cartel soviético de propaganda representando la revolución de 1905. La leyenda reza "¡Gloria a los Héroes del Pueblo del Potemkin!"
El medio de resistencia de los obreros era la huelga. Se produjeron huelgas masivas en San Petersburgo inmediatamente después del Domingo Sangriento. Más de 400.000 trabajadores se habían unido a finales de enero. Esta actividad se propagó rápidamente a otros centros industriales en Polonia, Finlandia y la costa báltica. El 13 de enero, en Riga, murieron 70 manifestantes y, unos cuantos días después, en las calles de Varsovia, 100 huelguistas fueron disparados. En febrero hubo huelgas en el Cáucaso y en abril en los Urales y más allá de la cordillera. En marzo, todas las universidades fueron obligadas a cerrar hasta fin de año, haciendo que se unieran estudiantes radicales a los trabajadores en huelga. En octubre, el efímero Soviet de San Petersburgo, un grupo menchevique liderado por entonces por Trotsky, organizó la huelga de 200 fábricas, la «Gran Huelga de Octubre». De la capital se propagaría rápidamente a Moscú, y para el 13 de octubre (C.J.) no habría ningún ferrocarril en activo en toda Rusia.
Con la sangrienta y fracasada Guerra Ruso-Japonesa hubo cierta inquietud entre las unidades reserva del ejército desde 1904. En febrero de 1905, el ejército ruso fue derrotado en Mukden, perdiendo alrededor de 90.000 hombres. En mayo se perdió Port Arthur y la flota del Báltico fue vapuleada en la batalla de Tsushima. Witte emprendió rápidamente las negociaciones de paz, firmando el 5 de septiembre el Tratado de Portsmouth. En 1905 hubo diversos motines entre la marinería en Sebastopol, Vladivostok y Kronstadt, alcanzando en junio su mayor fuerza con la insurrección del acorazado Potemkin —algunas fuentes hablan de más de 2.000 víctimas entre los marineros durante su represión. Los motines eran desorganizados y acabaron siendo brutalmente aplacados.

Los grupos nacionalistas estaban furiosos a causa de la rusificación llevada a cabo desde el reinado de Alejandro II. Los polacos, fineses y las provincias bálticas reivindicaban la autonomía, así como libertad para usar sus lenguas nacionales y promover su propia cultura. Los colectivos musulmanes también fueron especialmente activos —el Primer Congreso de la Unión Musulmana se celebraría en agosto de 1905. Algunos grupos aprovecharon la oportunidad para marcar diferencias entre sí antes que con Rusia. Algunos nacionalistas, a su vez, llevaron a cabo acciones antisemitas, posiblemente con ayuda del Estado.

Fotografias trucadas

La batalla de Somme

La batalla de Verdúm

Stanley

Stanley nació en Denbigh, País de Gales, cuando su madre, Elizabeth Parry, tenía 19 años. Según su certificado de nacimiento era hijo ilegítimo y el estigma de la ilegitimidad supuso una pesada carga para él, durante toda su vida. Tuvo una infancia llena de maltratos y de lucha por su existencia, fue criado por su abuelo hasta la edad de cinco años. Cuando éste murió, vivió durante un corto periodo de tiempo con algunos primos y sobrinos maternos, pero poco después fue enviado a St. Asaph Union Workhouse, institución de acogida para pobres, donde el hacinamiento y la falta de control daban lugar a frecuentes abusos de los chicos mayores y de los rectores de la institución. Cuando tenía diez años, su madre y dos hermanos permanecieron durante un tiempo en esta institución, sin que Stanley supieran quienes eran, allí permaneció hasta los quince años, momento en que huye de la institución y marcha a su aldea natal, aquí completa una educación elemental, y colabora como ayudante de profesor en una escuela nacional.
En 1859, es contratado en el puerto de Liverpool, en el barco Windermeer, con rumbo a Nueva Orleans. En el barco también sufre una dura travesia, que le lleva a saltar a tierra en cuanto avistan Nueva Orleans, sin esperar a cobrar sus jornales pendientes.
En Nueva Orleans, tomó el apellido Stanley al ser adoptado por un comerciante norteamericano, participó en la Guerra Civil Americana. Al finalizar la guerra, comenzó su carrera como periodista, escribiendo como corresponsal desde el oeste americano, en 1868 acompañó como cronista a las tropas británicas a Abisinia, en la expedición que realizaban los ingleses contra Negus Teodoro, más tarde emprendió expediciones al Imperio Otomano, visitando Grecia, Esmirna, Beirut y Alejandría; también es enviado a España, donde presencia la guerra carlista y asiste a la caída de la reina Isabel II y aprende un perfecto español.