sábado, 22 de mayo de 2010
soldados como cobayas en pruebas con bombas
Ayatollah Jomeini
Allí se integró en la Asamblea Teológica y profundizó sus conocimientos en literatura, misticismo, gnosticismo, lógica, ética, retórica y jurisprudencia islámicos, además de filosofía, astronomía y matemáticas. Sus maestros fueron los más renombrados sabios de Qom, que en los años siguientes haría grandes avances en Teología. Cuando en 1929 contrajo matrimonio con Batul-Irán, hija de un ayatollah de la ciudad de Redj, la nueva familia se instaló en Qom, y en los años de la guerra mundial Jomeini y sus hermanos llevaron una empresa de transporte.
En 1927 había accedido a la dignidad de Ijtihad, lo cual quiere decir que era digno de interpretar el Corán y demás textos sagrados; ello supone el primer paso para el liderazgo religioso. Asumió la dirección de la Asamblea de Qom y se le consideró un ejemplo de ascetismo, castidad y fe en Dios. Sus enseñanzas en las escuelas teológicas y mezquitas de Qom le otorgaron crecientes respeto y autoridad, lo que le permitió ascender en la jerarquía del clero chií, a hodjatoleslam ('autoridad del Islam') y luego a ayatollah ('gran signo de Dios'). En su círculo de allegados se encontraban algunas de las futuras primeras figuras de la República Islámica.
Opuesto ya a las medidas secularizadoras del sha Reza Khan, en 1963, la reforma agraria contenida en la Revolución Blanca impulsada por su hijo Reza Pahlevi resultó ofensiva al clero chií por privar a los mullah o clérigos de parte de sus tierras. Jomeini encabezó entonces la oposición en Qom, y en un discurso en el mes de junio de aquel año atacó al sha como "enemigo de la religión". Fue arrestado, pero su arenga encontró eco en los centros urbanos del país, que fueron escenario de manifestaciones sangrientamente reprimidas.
Presionado por el pueblo, el sha liberó a Jomeini, ya erigido en principal voz de la oposición islámica al sha. Exiliado en Turquía en noviembre de 1964, se estableció pronto en Najaf, Iraq, otra de las ciudades santas del chiísmo, donde prosiguió sus labores docentes. En los catorce años siguientes, con la anuencia de las autoridades iraquíes, Jomeini redobló sus ataques contra la dictadura del sha, a la que consideraba no sólo opresora del pueblo, sino blasfema ante Dios. Jomeini hizo de hecho una declaración de guerra total a la monarquía, en los campos intelectual, moral y social.
A los ojos de los fieles fue tomando cuerpo la visión de un Jomeini mesiánico, como el Mahdi o el redentor del mundo islámico, o mejor aún el Imán que los chiíes estaban esperando desde la misteriosa ocultación del duodécimo poseedor de esta dignidad, en el año 880. Jomeini hizo llegar sus discursos a la población iraní a través de cintas magnetofónicas y fue tejiendo una disciplinada organización, con células de agitación y propaganda.
El 24 de septiembre de 1978 el gobierno iraquí (desde hacía tres años en entendimiento con el iraní), informó a Jomeini de su expulsión del país. Tras fallidas gestiones para afincarse en Kuwait, Líbano y Siria, Jomeini, por consejo de su hijo Ahmad (otro hijo mayor, Mustafá, fue asesinado en 1977 en Iraq), decidió establecerse en París, en cuyo suburbio de Neauphle-le-Château fue acogido por un iraní residente. Se negó a acatar el abandono de sus actividades políticas exigido por el gobierno francés e intensificó sus anatemas contra el sha, hábilmente difundidas por sus seguidores en Irán. Allí, entretanto, había comenzado el asalto final contra el régimen, con manifestaciones multitudinarias y una durísima represión de las fuerzas de seguridad.
El 13 de enero de 1979 Jomeini constituyó en París un Consejo de la Revolución Islámica, tres días después el sha y su familia abandonaban Irán y el 1 de febrero, sin poder impedirlo el gobierno de S. Bajtiar, el avión que llevaba a Jomeini aterrizó en el aeropuerto de Teherán, donde se le tributó un gran recibimiento. El 5 designó primer ministro provisional a M. Bazargan, un veterano opositor al sha, que hacia el día 11 quedó como poder ejecutivo indiscutible al disolverse el gabinete Bajtiar y desistir el ejército de oponerse al virtual triunfo de la Revolución.
En los meses siguientes Jomeini inspiró la acción de los comités de pasdarn ('guardianes de la Revolución'), que ejecutaron sumariamente a miles de miembros de la SAVAK (la temible policía secreta del sha), oficiales del ejército y políticos afectos al régimen depuesto, pero también a delincuentes comunes y a ciudadanos cuya conducta no se ajustaba al rigorismo moral ahora impuesto.
El 1 de abril de 1979 proclamó la República Islámica y el 3 de agosto se celebraron elecciones para una Asamblea Constituyente, en la que el Partido de la Revolución Islámica se hizo con la casi totalidad de los escaños. Impuestas las fuerzas islamistas conservadoras sobre los islamistas de izquierda (Combatientes Sagrados del Pueblo, Mujahidin-e-Khalq) y los partidos liberales y laicos, Jomeini se erigió a partir de 1980 en virtual y absoluto autócrata (sería más exacto referirlo como “teócrata”) del país en representación del gobierno de Dios en la tierra.
Siempre insistió en que él era un mero instrumento de Dios para la aplicación de sus designios. Aunque nunca ostentó la presidencia de la República o la jefatura del Gobierno, su condición de "Guía de la Revolución", ayatollah y, por aclamación popular, "imán" –en referencia al esperado duodécimo imán de la secta chií mayoritaria, tratamiento que no hizo muchos esfuerzos en desautorizar-, Jomeini mantuvo hasta su muerte la suprema autoridad política y religiosa.
Se enfrentó con una saña sin precedentes a EE.UU. (el "gran Satán"), confrontación que hizo perder las elecciones al presidente J. Carter, y su concepto de jihad ('guerra santa') en el conflicto armado con Iraq (septiembre de 1980-agosto de 1988) llevó a cientos de miles de jóvenes a morir con el nombre de Alá en los labios. Demonizado en Occidente, que le temía, y seguido fanáticamente por millones de iraníes, Jomeini fue uno de los últimos conductores de masas del siglo XX. Su influencia en el orbe musulmán ha sido enorme y ha inspirado la acción radical, intolerante y redentorista de muchos grupos islámicos, ya no meramente chiíes. A su fallecimiento, el hodjatoleslam Ali Jamenei, que hasta entonces ocupaba la presidencia de la República, asumió la condición de Guía de la Revolución, y el hodjatoleslam A. A. Hashemi Rafsanjani sustituyó a éste en la jefatura nominal del Estado.
La revolución islámica de Irán
Pese a la brutal represión de las fuerzas policiales, largos meses de protestas desencadenaron la huida del Sha y el fracaso del intento de mantener un régimen pro-occidental bajo el primer ministro Bajtiar. El Ayatollah Jomeini retornó desde su exilio francés el 1 de febrero de 1979 en medio de enormes manifestaciones.
El 1 de abril tras una abrumadora victoria en un referéndum, Jomeini proclamó la República Islámica a la que pronto se dotó con una Constitución que reflejaba los ideales de gobierno islámico. Inmediatamente se tomaron medidas fundamentalistas y comités revolucionarios patrullaron las calles para obligar a cumplir los códigos de comportamiento y vestido. Mientras el régimen trataba de borrar cualquier vestigio de influencia occidental.
El sentimiento antiamericano se desbordó el 4 de noviembre de 1979 con el asalto por estudiantes islámicos de la embajada de EE.UU. Cincuenta y dos súbditos norteamericanos fueron mantenidos como rehenes hasta el 20 de enero de 1981. El nuevo Irán islámico se enfrentaba directamente con las dos superpotencias.
Los primeros años del gobierno revolucionarios se caracterizaron por la virtual eliminación de toda la oposición política en el marco de una represión brutal. El estallido de la guerra con Irak en septiembre de 1980, tras la agresión del régimen de Saddam Hussein, supuso una verdadera tragedia para ambos pueblos y fortaleció aún más la dictadura de los clérigos chiítas.
El fin por extenuación de la guerra en 1988 y la muerte de Jomeini en 1989 abrieron una nueva etapa en la historia del Irán islámico.
martes, 11 de mayo de 2010
Asesinato de Kennedy
En 1953 contrajo matrimonio con Jacqueline Bouvier con la que tuvo dos hijos. Durante su recuperación de una operación de la espina dorsal, Kennedy completó bosquejos biográficos de dirigentes políticos (1956), con los que obtuvo el premio Pulitzer en 1957. Después de un intento sin éxito para obtener la nominación vicepresidencial en la lista de Adlai E. Stevenson en 1956, Kennedy comenzó a planear su presentación a la elección presidencial de 1960. Asumió el liderazgo del ala liberal del Partido Demócrata y reunió en torno suyo a un grupo de jóvenes políticos con talento, en el que se encontraba Robert F. Kennedy, su hermano y director de la campaña.
Obtuvo la nominación en la primera votación e hizo campaña con el senador de Texas Lyndon B. Johnson como compañero en las elecciones frente al vicepresidente Richard M. Nixon, nominado candidato republicano para la presidencia. Obtuvo la victoria en las elecciones por un estrecho margen de 113.000 votos sobre un electorado de 68.800.000, aunque no pudo disponer sino de una reducida mayoría demócrata en el Congreso. J.F.K. fue el Presidente más joven y el primero católico de la historia de U.S.A.
En 1961, su primer año en el cargo, Kennedy fue criticado ásperamente por una serie de acontecimientos internacionales adversos. Heredado del gobierno anterior un plan secreto para derrocar al régimen cubano de Fidel Castro, Kennedy aprobó la invasión de Cuba en abril por refugiados que operaban con la ayuda de algunas agencias estadounidenses. El fracaso de la invasión en la bahía de Cochinos se convirtió en una frustración personal para el presidente. Después, en primavera, Kennedy consideró la posibilidad de enviar tropas a Laos, que estaba siendo amenazado por insurgentes comunistas. Voló a Viena en junio para entrevistarse con el primer ministro soviético Nikita Kruschev y ambos acordaron un la neutralidad de esta cuestión, surgiendo, en cambio, el problema de Berlín. Cuando se levantó el muro entre los sectores occidental y oriental de Berlín en agosto, Kennedy respondió enviando un contingente militar a la ruta terrestre hacia Berlín para reafirmar los derechos de acceso. Las tensiones de la guerra fría se agravaron cuando la Unión Soviética envió el primer hombre al espacio en abril y realizó pruebas nucleares en la atmósfera en septiembre.
Kennedy tuvo problemas en el Congreso de Estados Unidos, donde sus propuestas más importantes para el estímulo económico, la reforma fiscal, la ayuda a la educación y un bienestar ampliado quedaron obstruidas. Tuvo mejor suerte con sus acciones ejecutivas, persuadiendo a importantes compañías siderúrgicas para que dieran marcha atrás en los aumentos de precios en abril de 1962 y estimuló la carrera para llegar a la Luna. Kennedy respondió enérgicamente contra los esfuerzos para frustrar la integración de los negros en las universidades de los estados del Sur amenazando incluso con el envío de tropas federales si no se cumplían las leyes antirracistas. Para reforzar los derechos civiles, Kennedy envió al Congreso un mensaje especial solicitando una legislación para acabar con la segregación en los servicios públicos y dar al Departamento de Justicia autoridad para llevar a cabo acciones en favor de la integración escolar. La mayor parte de sus propuestas fueron promulgadas en última instancia en 1964 en la Ley de Derechos Civiles.
En otoño de 1963 Kennedy comenzó a planificar su estrategia para la reelección. Viajó por todo el país alabando la mejora de relaciones con los soviéticos. El 22/11/1963, mientras viajaba en un automóvil descapotable por Dallas (Texas), Kennedy recibió varios disparos en la cabeza y en el cuello, a consecuencia de los cuales falleció. Una comisión encabezada por el presidente del Tribunal Supremo Earl Warren (Comisión Warren), llegó a la conclusión en septiembre de 1964 de que el único asesino había sido Lee Harvey Oswald, antiguo soldado estadounidense. Oswald, que fue detenido horas después del asesinato en un cine próximo, fue asesinado dos días después por el propietario de un bar nocturno de Dallas, Jack Ruby, mientras era conducido desde la ciudad a la prisión del condado.
Las investigaciones posteriores sugirieron la firme posibilidad de que a Kennedy le dispararan al menos dos francotiradores, de frente y por detrás, lo que confirmaba las impresiones de la mayoría de los testigos oculares. Se identificaron varios posibles promotores del magnicidio, incluida la mafia y los exiliados cubanos descontentos. J.F.K. fue enterrado en el Cementerio de Arlington.
La maldición de los Kennedy
La guerra de Vietnam
La ofensiva del TET
No nos engañemos con los tópicos de Hollywood: en 1967 los americanos y sus aliados estaban ganando la guerra al Viet Minh. En consecuencia los informes militares eran francamente optimistas, y el Presidente Lyndon B. Johnson recorría los Estados Unidos asegurando que la guerra se estaba ganando poco a poco y que era cuestión de tener un poco de fe y de paciencia. En este contexto triunfalista, sin embargo, los soldados más avezados podían muy bien augurar que el mayor peligro era precisamente que los norvietnamitas lanzaran un ataque masivo a la desesperada en un último intento de darle la vuelta a la situación. El Jefe del Estado Mayor, general Earle Wheeler, el 18 de diciembre de 1967, dos días después de conmemorar el 23 aniversario de la Batalla de las Ardenas, advirtió al público americano que de igual manera que los nazis habían lanzado aquel ataque desesperado final, quizá los comunistas tramaran una ofensiva similar. La advertencia de Wheeler pasó desapercibida para el público general, inmerso como estaba en los cánticos de victoria de los comunicados cotidianos. Sin embargo el equivalente vietnamita de las Ardenas sería conocido por la Historia como la Ofensiva del Tet.
Si los guerrilleros Vietcong , a la desesperada, optaban por plantar cara a los americanos y hacerse fuertes en algún punto, entonces su situación se volvía todavía peor: llegaban los B 52, bombarderos estratosféricos proyectados para el bombardeo nuclear intercontinental, volaban a tal altura que eran invisibles e inaudibles desde tierra, cada uno de ellos podía descargar hasta 28’5 toneladas de bombas, y saturaban de explosivos cualquier parcela de selva, por extensa que fuera. En vehículos de tierra los americanos contaban con el tanque medio Patton M48A3, un potente carro de combate desarrollado a partir de los tanques de la SGM para desenvolverse en las llanuras europeas, pero en Vietnam demostró poseer una notable capacidad como “revientajunglas” en el avance campo a través.
Unidades de elite: 5º Grupo de Fuerzas Especiales, 3.400 hombres. 11º Regimiento Blindado de Caballería, 4.331 hombres. 173 Brigada Aerotransportada, 5.313 hombres. 199 Brigada de Infantería, 4.215. Más de 184.000 efectivos, a los que añadir el tremendo poder de fuego de las Fuerzas Aéreas, el apoyo táctico de la Armada con sus portaaviones y sus flotillas fluviales, 3.100 helicópteros, y además las fuerzas aportadas por los ejércitos aliados, unidades selectas muy combativas: Fuerza Operativa Australiana, 6.000 hombres. Regimiento de Voluntarios de Tailandia, 2.400 hombres. Corea del Sur: Dos divisiones y una Brigada, 48.800 hombres.
El ejército de Vietnam del Sur contaba sobre el papel con 342.951 soldados regulares, y aunque la inmensa mayoría se encuadraba en unidades poco operativas o incluso sin efectividad para el combate, algunos de sus elementos eran muy dignos de tener en cuenta, en especial la División Aerotransportada (la elite guerrera del país), las dos potentes brigadas de marines survietnamitas y un par de aceptables divisiones de infantería: la 1ª y la 21ª. La acción combinada de todos estos efectivos no resultaba baldía, a todo lo largo de 1967 la ofensiva norteamericana en Vietnam del Sur fue devastadora. En palabras de un mando norvietnamita: “Fue verdaderamente feroz. Parte de nuestro pueblo se desanimó”.
Giap no era un ideólogo cegado por el fanatismo, sino un líder militar cuya competencia nadie discute. Dirigió durante 30 años el ejército de su país, venciendo consecutivamente a franceses, americanos, survietnamitas, camboyanos, laosianos y chinos. Era un militar muy capaz, y en 1967 comprendía con nitidez las nulas posibilidades de éxito que la guerrilla Viet Minh tenía contra la ingente maquinaria militar americana. Pero también sabía que habría elecciones presidenciales en Estados Unidos en 1968, y albergaba la esperanza de que un alzamiento popular generalizado contra el corrupto gobierno de Vietnam del Sur, en quien nadie creía, podría persuadir al nuevo Presidente de replantearse su apoyo a ese régimen desprestigiado y lo abandonaran a su suerte. Ése era el objetivo de Giap, no la victoria material en lo militar, que quedaba fuera de lo posible, sino la victoria fáctica en lo político. Las arengas con que el Partido trataba de enardecer a las fatigadas tropas y a la población civil son eleocuentes: “La Ofensiva General tiene lugar una vez cada mil años. Decidirá el destino del país. Acabará con la guerra. Es el deseo del partido y del Pueblo.” Es decir, se prometía el final del conflicto, del que estaban ya todos hartos. La Ofensiva fue programada para el día 31 de enero de 1968, celebración del año nuevo en el calendario chino, el Tet, efeméride que tradicionalmente suponía una tregua en los combates y en la que se daban numerosos permisos a las tropas para visitar sus familias.Gandhi
Gandhi llegó a la India en 1915 como un verdadero héroe, con la aureola de sus campañas en el extranjero. Las masas de Bombay le tributaron un caluroso recibimiento, el gobernador inglés acudió a saludarlo y el poeta Rabindranath Tagore le dio la bienvenida en su Universidad Libre de Santiniketan. A poco de llegar, en la ciudad de Ahmedabad fundó una comunidad casi monástica en la que estaban prohibidas las vestimentas extranjeras, las comidas con especias y la propiedad privada. Sus miembros se dedicaban únicamente a dos trabajos materiales: la agricultura, para obtener el sustento, y el tejido a mano, para procurarse el abrigo. Aquí dio comienzo a una lucha que Gandhi habría de sostener durante toda su vida: la batalla contra las lacras del hinduismo y a favor de los intocables. El primer paso fue admitirlos como miembros de la comunidad.
La campaña terminó con un pacto de compromiso entre Gandhi y el virrey de su majestad británica, en virtud del cual se legalizaba la producción de sal y se liberaban los cerca de 100.000 presos detenidos durante las movilizaciones. Por otra parte, Gandhi era enviado a Londres para participar en la conferencia que discutía los pasos a seguir para establecer un gobierno constitucional en la India. La presencia del Mahatma en Inglaterra, al margen de la gran acogida popular que le dispensaron los barrios londinenses, no supuso resultados favorables para la causa, y al regresar a su país se encontró con que Nehru y otros líderes del Congreso se hallaban una vez más en prisión.
Varias veces en su vida Gandhi recurrió a los ayunos como medio de presión contra el poder, como forma de lucha espectacular y dramática para detener la violencia o llamar la atención de las masas. La falta de humanidad del sistema de castas, que condenaba a los parias a la absoluta indigencia y ostracismo, hizo que Gandhi convirtiera la abolición de la intocabilidad en una meta fundamental de sus esfuerzos. Y desde la prisión de Yervada, donde había sido confinado nuevamente, realizó un «ayuno hasta la muerte» en contra de la celebración de elecciones separadas de hindúes y parias. Ello obligó a todos los líderes políticos a acudir junto a su lecho de prisionero para firmar un pacto con el consentimiento inglés. La labor de «pedagogía popular» para curar a la sociedad hindú de sus llagas no terminó aquí. Distanciado del Congreso ante la decepción que le provocaban las maniobras de los políticos, se dedicó a visitar pueblos lejanos, insistiendo en la educación popular, en la prohibición del alcohol, en la liberación espiritual del hombre.
El estallido de la Segunda Guerra Mundial fue el motivo de que Gandhi, una vez más, retornara al primer plano político. Su oposición al conflicto bélico era absoluta y no compartía la opinión de Nehru y otros líderes del Congreso, proclives a apoyar la lucha contra el fascismo. Pero la decisión del virrey de incorporar el subcontinente a los preparativos bélicos de Gran Bretaña sin consultar con los políticos locales, clarificó las aguas, provocando la dimisión en masa de los ministros pertenecientes al Congreso. Tras la toma de Rangún por los japoneses, Gandhi exigió la completa independencia de la India, para que el país pudiera escoger libremente sus decisiones. Al día siguiente, el 9 de agosto de 1942, era arrestado junto a otros miembros del Congreso, lo que produjo una sublevación en masa de los nativos, seguida por una serie de revueltas violentas en todo el territorio indio. Ésta fue la última prisión del Mahatma y quizá la más dolorosa, porque desde su presidio en Poona se enteró de la muerte de su mujer, Kasturbai. Era ya un anciano frágil y debilitado cuando salió en libertad en el año 1944.
Finalizada la guerra, y tras la subida al poder de los laboristas en Inglaterra, Gandhi desempeñó un rol fundamental en las negociaciones que llevaron a la liberación. Sin embargo, su postura opuesta a la partición del subcontinente nada pudo contra la determinación del líder de la Liga Musulmana, Jinnah, defensor de la separación del Pakistán. Dolido por lo que consideró una traición, en 1946 el Mahatma vio con horror cómo los antiguos fantasmas indios resurgían durante la celebración del Nombramiento de Nehru como primer jefe de gobierno, que fue pretexto de violentos disturbios motivados por la pugna entre hindúes y musulmanes.
Gandhi se trasladó a Noakhali, donde habían comenzado los enfrentamientos, y caminó de pueblo en pueblo, descalzo, tratando de detener las masacres que acompañaron a la partición en Bengala, Calcuta, Bihar, Cachemira y Delhi. Pero sus esfuerzos sólo sirvieron para acrecentar el odio que sentían por él los fanáticos extremistas de ambos pueblos: los hindúes atentaron contra su vida en Calcuta y los musulmanes hicieron lo propio en Noakhali. Durante sus últimos días en Delhi llevó a cabo un ayuno para reconciliar a las dos comunidades, lo cual afectó gravemente su salud. Aun así, apareció de nuevo ante el público unos días antes de su muerte.
El 30 de enero de 1948, cuando al anochecer se dirigía a la plegaria comunitaria, fue alcanzado por las balas de un joven hindú. Tal como lo había predicho a su nieta, murió como un verdadero Mahatma, con la palabra Rama ('Dios') en sus labios. Como dijo Einstein, «quizá las generaciones venideras duden alguna vez de que un hombre semejante fuese una realidad de carne y hueso en este mundo».