La catastrófica erupción del volcán del Vesubio en el año 79 d.C, el 24 de agosto, dejó atrapados a los 25.000 habitantes que por aquel entonces vivían en la ciudad de Pompeya, la ciudad que quedó sepultada bajo las cenizas, con algunos de los edificios más maravillosos de la antigua Roma.
Los asentamientos preromanos ya vivían en esta zona del valle bajo del Vesubio durante muchos siglos antes de la llegada del gra imperio. Esta región de la Campania tiene una historia comercial muy larga, reflejada en las incursiones e influencias etruscas y griegas. Pompeya fue tomada por los romanos durante el consulado de Sila. Sin embargo, en el año 79 a.C, el Vesubio estalló en medio de grandes temblores de tierra, enterrando Pompeya y Herculano bajo un espeso manto de ceniza durate más de 1700 años.
Ninguna otra excavación arqueológica como la de Pompeya ha podido ilustrar tan nítidamente la vida cotidiana del mundo antiguo. Plinio el Joven consideraba Pompeya como una de las tierras más hermosas del mundo, rodeada de tierras fértiles, que producían vino en abundancia. En el momento de la erupción vivían en Pompeya unos 25.000 habitantes. Su vida cotidiana ha sido conservada de manera perfecta por la ceniza.
Pompeya conformaba una especie de microcosmos de miles de otras ciudades y pueblos romanos del imperio. Las excavaciones han podido reflejar incluso las pintadas en los muros de algunos de los edificios. La ceniza ha congelado la vida en la ciudad, que ha permanecido intacta durante más de 17 siglos. De particular interés con las numerosas pinturas murales encontradas que ilustran la forma en la que trabajaban y vivían los romanos.
A pesar de que la erupción del volcán no se produjo hasta el 24 de agosto del año 79 a.C, la región sufrió prolongados terremotos y temblores las semanas previas a la catástrofe. Plinio el Joven, en una carta al historiador Tácito, describe los esfuerzos de su tío Plinio el Viejo, un almirante de la flota, para rescatar a los amigos de la base de la montaña.
La gran explosión se produjo como una enorme nube o un gran paraguas, según el propio Plinio el Joven, testigo de la catástrofe. Muchos habitantes, resguardados en sus hogares, murieron esperando ayuda. Otros, como Plinio el Viejo, murieron a consecuencia del aire caliente que envolvió la ciudad haciéndola insoportable.
Pompeya se ha convertido, con el paso de los años, en el refugio más interesante de la vida de la antigua Roma. Sus restos han permanecido intactos, con lo que nos demuestran el estado en el que quedó la ciudad tras la erupción del Vesubio. Un legado de historia que se convierte en un verdadero tesoro para la humanidad
Juan Luis Guerra
Hace 14 años
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